Del barrio de Los Sitios comenzó a salir, con su colorido y tipicidad innegable al calor de la revitalización de los carnavales que tuvo efecto en 1937, el motivo de su inspiración fue la recreación de los aspectos más importantes de las costumbres citadinas, su fundadora María Calballo, movió la voluntad de los vecinos, comerciantes y elementos del barrio y con la colaboración de Nieves Fresneda y Manuela Alonso hecho adelante el proyecto.
José Victoriano Betancourt describe así el ámbito en que se insertaban, al finales del XIX, las bolleras capitalinas:
Veíanse en la esquina del barrio del Ángel las bolleras, con su fogoncillo y su freidera y su tablerito, lleno de butifarra y salchicha, bollos y tortillas, y por todas partes, vendedoras pregonando tortillas calentitas, que los transeúntes se apresuraban a comprar y que la estudiantina arrebataba, formándose por tal motivo, molotes y carreras en los cuales se perdía más de un zapato, se rompía más de un túnico y se desgarraba más de un velo, que al desgaire lleva alguna saltoncita Salomé; pero no pasaban de aquí los percances, y cuando más y mucho solo aconteció que algún sacerdote de Baco cansado de hacer libaciones apareciese en la escena y, recogido por el comisario fuera a dormir la mona al vivac.
Este cuadro recrea ese maravillosos carnal sui géneris que eran las fiestas de San Rafael, con sus orquestas y bailes, y fuegos artificiales, que es el motivo que inspiran el espectáculo folclórico que llevan a los desfiles las gentes de Los Sitios.
El atuendo es típicamente afrocubano, remedo de las antiguas bolleras o lucumisas, y de los curros del manglar, y la solista entona frente a la presidencia de los desfiles diversos cantos yorubas a las deidades Yemayá, Ochún, Oggún, Obbatalá y Shangó.
Referencia bibliográfica Orovio, Elio: El carnaval habanero: su música y sus comparsas, Ed. Extramuros, La Habana, 2005, pp. 45-46.